sábado, 1 de marzo de 2014

Pequeño cuento escrito antes de dormir.

Se que la gracia de este blog no era albergar las penas de una persona, pero desde que el dolor y la pérdida tocaron su vida todo se tiñó de negro y quizás un poquito de azul, pero uno demasiado oscuro.
Día a día ve las horas avanzar dentro de lo que muchos llamarían "rutina". Hasta llorar ya era parte de ella.
Todo le molesta, todo le repugna, todo le parece banal e incluso fome, pero (y siempre hay una excepción) lo único que le interesa es algo que, con la mejor de las suertes -y si es que existe- podría retomar el rumbo que perdió hace casi ya 6 meses, pero después profundizaremos sobre eso. Ahora quiero hablar de esta persona.
Ella se pregunta, casi de una manera inevitable e incluso agobiante, que qué es lo que hizo como para merecer tanto daño. Habrá dicho algo ? Habrá actuado mal ? Habrá sido demasiado sensible ? Habrá dado mucho ? Habrá dado poco ? Y así siguen las interrogantes que, como es de costumbre, no tienen respuesta más que un silencio negro y aplastante.
Cuando pienso en su quiebre, me dan ganas de abrazarla y de decirle que las cosas pasan, que ya vendrán tiempos mejores, que es tan linda e impredecible como una caja de pandora (y esto es lo que han dicho otras personas sobre ella), que ya se va a reír como lo hacía antes, que cuando entre a la universidad y cambie su ambiente las cosas van a ser más fáciles, pero no puedo. Hay algo que evita que pueda siquiera tocarle la mano. Algo que, de cierta forma, me incita a no emitir palabra alguna.
Su mirada triste y aguachenta.
Pareciera que llevara la pena encima. O que la magnitud de su daño es demasiado enorme como para dejarlo atrás. "Qué te pasó ?" le pregunté una vez, con la única intención de saber el motivo de su dolor, a lo que ella contestó: "Alguna vez te han engañado ? O roto el corazón ?", y me miró con una leve sonrisita cargada de nostalgia. "Si, dos veces", le contesté firme. "Entonces sabes lo que estoy viviendo ahora. Y no es solo el hecho de tener un corazón medio muerto, sino que la fatídica esperanza de que vuelva a haber algo le da impulsos para seguir latiendo. Es un doble peligro, primero está esa cicatriz profunda en tu confianza y segundo, eso del amor que uno siente -o sintió- y que no se va."
Su respuesta me dejó bastante pensativa. Evidentemente cargaba una desilusión bastante común hoy en día. "Sabes que el tiempo es un buen actor. Cura heridas." le dije, esperando aliviarla un poco. "También eso de que un clavo saca otro clavo. Lo sé. Lo intenté. Pero no es algo justo. Qué culpa tiene la persona con la que te besas por despecho de que te hayan hecho daño ? Ninguna, cierto ? Entonces, no tienes motivos para utilizarlo. Claro que el cariño y la comprensión que se me fue entregado me hizo sentir bastante bien, curó una pequeña parte del daño e incluso llegué a pensar que todo podría cambiar con este pequeño personaje. Pero el corazón dictó otra cosa. Y la verdad es que el olvido no se me da bien, por lo menos con las cosas que realmente me importan..." y miró sus manos brillantes por el sudor, estaba nerviosa. "Y lo que realmente te importa, es la persona por la cuál lloras ?" le respondí, sintiendo la veracidad de cada palabra que salía de mi boca. "Si. Parezco tonta, cierto ?" dijo riendo. "Bastante tonta. Por qué te empeñas en sufrir ?" le respondí un poco enojada. No podía creer lo que me decía ella. Seguía sintiendo lo que fuese que sintiera por el tipo que le rompió el corazón. Parecía un mal chiste. "Aún lo quiero. Y no es inmadurez. Solo son sentimientos. Quizás lo único erróneo de todo esto es que lo que siento aún es grande y no es fácil de olvidar. Se me viene a la mente eso de "amor incondicional". A veces pienso que nací en la época incorrecta, que mi lugar está en los años de las princesas y caballeros, esos que se juraban amor eterno y no se separaban nunca."
Demasiado soñadora, pequeña. Demasiado idealista. Pero esos son los riesgos de estar inmersa en un lugar dónde lo más probable es que te decepciones de todo. Los errores abundan, pero para nuestro alivio, los aciertos también.
"Pero, vale la pena cada lágrima que cae de tus ojos ?" le contesté nada convencida. "No lo sé, es difícil lidiar con la desconfianza. Trato de no pensar demasiado en las cosas, en no darle importancia. Pero la duda es un beneficio que se me fue otorgado sin que lo pidiera. Día a día le hago frente a las imágenes que mi propia mente crea en mi contra. Busco alivio en los brazos de mi mamá." dijo con voz baja. Su voz era demasiado suave para mi gusto, pero era armoniosa cuando se lo proponía, según decían sus cercanos. "Aún así, no puedo sentirme plenamente segura. No con las cosas que me entero a veces. Lo último que supe hizo que me sintiera como la segunda opción. Y la verdad es que no lo soy. Aburre sentirse pasada a llevar. Pero me guardo las cosas y no digo nada. Solo se que se me están acumulando, y en cualquier momento voy a explotar. Y cuando eso pase, veremos que rumbo tomarán las cosas. Solo espero poder sanarme, y ojalá sea con un poco de cariño y eso tan bonito que tienen las personas que están juntas, porque estoy rota y me siento frágil..." y no supo que más decir. "Todavía esperas un milagro ?" le respondí desganada.
"Si. Todavía espero un milagro. Créeme que si supiera lo que va a pasar en el futuro jugaría de otra forma con las cartas que me tocó recibir. Pero, lamentablemente me tocó una mano con muy poco a mi favor. Y sin embargo, aún no me quiero retirar del juego. Me estoy arriesgando, lo sé, pero si llegase a fracasar la culpa sería propia, y ya no tendría que recriminarle a nadie el daño provocado. Yo me expuse, yo asumo. Se los riesgos que corro, estoy frente a una planta seca y marchita, pero no muerta..."
En este punto de la conversación, ya no sabía que decir. Parecía convencida de su actuar. Y la verdad es que no supe que hacer más que brindarle fuerza para que se mantuviera de pie. Ya no quedaba nada más que terminar de fumarnos nuestros cigarros. El silencio, como siempre, y sin que alguien lo llamara, era el invitado estrella.
Nunca había sentido ganas de llorar con alguna vivencia que se me haya confiado, pero esta me tocó directamente el corazón. Un pequeño pinchazo ahí cerca del lado izquierdo. Y quizás -solo quizás- lo sentí así ya que era mi propio reflejo mi compañera sombría y apenada, y aquella conversación, mi propia historia.



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Mucho alivio.